Ni Pavón, ni Exequiel Palacios. El colombiano Juan Fernando Quintero fue el gran héroe de la noche al dar el título a River Plate. El fútbol español puso de inicio los focos en el talento del 7 de Boca y en el pretendido fichaje del Real Madrid. Cristián Pavón, el pibe que arropa Leo Messi en la selección; y Exequiel por ver cómo aguantaba la presión en el estadio Bernabéu, en la que puede ser su casa. Pero no fue su mejor partido. Una final igualada, con más emoción que juego brillante, con escaso fuste para el hincha neutral. En cambio, sí aparecieron dos tipos con determinación. Los dos nueve de cada bando -Darío Benedetto, un puñal para Boca- y Luca Pratto, el ‘Oso’, un tanque para River. Las finales son para tipos duros. Benedetto y Pratto sacaron punta a todo. Benedetto es un killer. Sus tatuajes invitan a pensar que no regala caramelos en el área. La calavera que lleva pegada en el cuello, lleva mensaje. Bromas, las justas. Firmó un gol hermoso, con frialdad y sangre fría puso un balón con clase dentro del marco de Armani. Era el 0-1, en el minuto 43. Un momento clave. Admirador, de Manu Ginobili, la leyenda argentina de la NBA, Benedetto fue el más futbolista más atrevido de Boca, que al perder a Wilmar Barrios en la prórroga, pagó caro la recta final de la Copa Libertadores.