Mientras unos eran homenajeados por el Día del Padre otros debían cumplir con la dura rutina para sustentar a su familia y llevar el pan de cada día a su hogar, tal es el caso del señor Octavio Tapia, quien a diario se levanta de madrugada para vender diferentes aditamentos religiosos en la puerta del templo de San Francisco.
No se encontro contenido.